Maria Zambrano
BIOGRAFÍA
por Ana Alejandre
María Zambrano, filósofa española y humanista, nacida el 22 de abril de 1904, en Vélez-Málaga (Málaga), era hija de dos maestros de la escuela secundaria de dicha localidad malagueña, además de convencidos socialistas, ideología de la que eran entusiastas apologetas.
Fue en 1908 cuando toda la familia se traslada a Madrid, en cuya ciudad María comienza los estudios primarios, aunque la estancia en esta ciudad duró poco ya que en 1909 se trasladaron a Segovia, porque su padre había ganado en oposición una cátedra en la Escuela Normal de Magisterio. En dicha localidad, fue también presidente de la Agrupación Socialista Obrera y conoció y trató de forma asidua al insigne poeta Antonio Machado con el que mantuvo una estrecha amistad, colaborando con éste en la fundación de la Universidad Popular.
En la época de sus estudios de bachillerato, cosa inusual en aquellos años en las mujeres, vivió un doloroso romance, que su padre prohibió por incestuoso, con su primo, Miguel Pizarro, junto al que va conociendo la literatura, especialmente de la generación del 98, a través de intensas y apasionadas lecturas. Este amor fallido, al que ella misma califica como el más grande de su vida, le dejó una profunda y dolorosa huella que la acompañó a lo largo de su existencia...
María Zambrano se traslada a Madrid, en 1921, para estudiar filosofía, por libre, en la Universidad Central. Esta época le marca profundamente en su trayectoria intelectual porque, además de ser discípula de Ortega y Gasset, empieza a tratar a personalidades de la talla de León Felipe, a quien conoce en Segovia, a García Lorca, Rosa Chacel y un largo etcétera de intelectuales de la época, ya que empezó a formar parte de la tertulia de la Revista de Occidente
Comenzó en estos años su participación en la Federación Universitaria Española (FUE) y comenzó a ejercer como profesora de alumnos de bachillerato en el Instituto Escuela, además de participar activamente en actos de propaganda de la Liga de Educación Social. Sin embargo, a raíz de haberle sido diagnosticada tuberculosis, en 1928, y tener que guardar reposo absoluto por dicho motivo, se aleja de la vida activa por un tiempo, hasta que vuelve una vez le dan el alta médica a la actividad y a la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera.
Su primera obra publicada, Horizontes del liberalismo, en 1930, consiguió excelentes críticas. Una vez instaurada la República, sigue con su ferviente actividad en apoyo de la misma y del Frente Popular, y es nombrada profesora auxiliar de Metafísica en la Universidad Central de Madrid.
En esos años comenzó a participar en la tertulia Pombo, cuyo personaje central era Ramón Gómez de la Serna y colaboró con la publicación Hora Literaria, que después se pasaría a llamar Hora de España.
El año 1934 publica su obra Hacia un saber del alma, que marca la separación del pensamiento de Ortega, su maestro y referente intelectual en su formación filosófica.
El 18 de julio de 1936, cuando comienza la guerra civil española, se une al grupo de intelectuales que firman el Manifiesto que crea la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDF) en el que figuraban nombres como Rosa Chacel, Luís Cernuda, Manuel Altolaguirre y otros muchos, pero a pesar de ello tuvo que soportar críticas de los aliancistas que la acusaban de ser fascista por haber colaborado en el FE. Contrajo matrimonio, en septiembre de ese mismo año, con Alfonso Rodríguez Aldave, quien fue nombrado Secretario de la Embajada Española en Chile y, por dicho motivo, el matrimonio se trasladó a la capital chilena, en la que María Zambrano mantuvo su postura de apoyo firme a la República española.
En 1937, regresaron a España donde su marido marchó al frente, mientras ella se instalaba en Valencia y en dicha ciudad fue nombrada jefa de redacción de Hora de España. En julio de ese mismo año participó en el II Congreso de Españoles para la Defensa de la República, en el que conoció a Octavio Paz, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y César Vallejo y Simone Well y Emilio Prados, entre otros.
Poco tiempo después se traslada a vivir a Barcelona, ciudad en la que fallece su padre, el 25 de octubre de 1937, Blas Zambrano, a quien Machado le dedicó un hermoso artículo de su Mairena póstumo.
En enero de 1938, partió junto a su madre y hermana hacia el exilio, en cuyo viaje encontró a Machado. Poco después, se reunió con su marido y se marcharon a Méjico, país en el que pronuncio tres conferencias en la Casa de España de Méjico capital que cautivaron a los asistentes y de las que se hizo eco Octavio Paz, además de impartir clases de Historia de la Filosofía en la Universidad Michocoana y publicó sus obras Nietzsche o la soledad enamorada, y San Juan de la Cruz (de la noche oscura a la más clara mística) y puso el punto y final al libroFilosofía y Poesía.
En 1940 visita cuba, invitada por José Lezama Lima, y en dicho país impartió clases en la Universidad de La Habana y en el Instituto de Altos Estudios e Investigaciones Científicas. En esta época, publicó La destrucción de las formas, en 1944, obra que antecede a modo de preludio a su teoría de la razón poética, concepto éste que sirve de fundamento a toda la obra de Zambrano.
Poco después, en 1943, se traslada a vivir a Puerto Rico y allí imparte clases de filosofía en la Universidad de Río Piedras hasta 1945.
Después de un rápido regreso a Cuba, en 1947, parte inmediatamente hacia Nueva York y, desde allí, inmediatamente a Francia, país en el que acaba de fallecer su madre y allí encuentra a su hermana con graves problemas de salud, a consecuencia de la presión que había sufrido por parte de la Gestapo. Se instala en París y empieza a tomar contacto y relacionarse asiduamente con gran parte de los intelectuales franceses.
Al año siguiente, en 1947, viaja a Cuba y se separa de su marido, para establecerse posteriormente junto a su hermana en la ciudad de México.
En la década de los cincuenta, viaja de nuevo a Cuba y permanece allí durante algunos años, en los que subsiste gracias a su labor de conferenciante, impartiendo cursos, seminarios y dando clases particulares.
Se traslada junto a su hermana a Roma, en 1953. La situación política, económica y social, además de los problemas éticos y cuestiones históricas, de aquellos años, recién terminada la II Guerra Mundial, fueron motivo de análisis y reflexión de esta pensadora, pero entremezclados con su pensamiento que, cada vez más, iba adquiriendo un tono de elevada espiritualidad y misticismo; porque la filosofía para Zambrano era un acontecimiento, más que un problema lógico a desentrañar, y lo importante era que la filosofía pudiera explicar los grandes misterios de la vida humana y los enigmas de la trascendencia, el significado oculto de la propia existencia y la relación de lo humano con lo divino.
Abandonan Roma, y se instalan en los Alpes francos-suizos, en una cabaña de las montañas del Jura. Por entonces, ya era un nombre conocido dentro de los ámbitos intelectuales españoles, por haber sido nombrada por personalidades como José Luís Aranguren que había publicado un artículo en la Revista de Occidente titulado Los sueños de María Zambrano.
En 1971 fallece su hermana y, posteriormente, en 1973 se traslada a Roma. Publica dos obras con títulos como La máscara de Agamenón y El vaso de Atenas, como recuerdo de su viaje a Grecia y en las que pone de manifiesto sus conocimientos de la cultura griega.
Fue a partir de 1977 cuando comenzó a sufrir graves problemas de visión que le impedían leer y escribir normalmente. Se trasladó a Ginebra, en 1980 y obtuvo primer reconocimiento oficial de España al ser reconocida como hija predilecta del Principado de Asturias. En 1981 le fue otorgado el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, y el Ayuntamiento de Vélez-Málaga la nombró también hija predilecta, consiguiendo así el reconocimiento en su patria chica. Es entonces cuando sale publicada la obra Zambrano o la metafísica recuperada, publicada por la Universidad de Málaga y en la que intervinieron nombres de la talla de Valente, Aranguren y Gimferrer, entre otros. En esta misma Universidad la nombra Doctora Honoris Causa.
En 1984 se produce su regreso definitivo a España, después de ser operada en Ginebra de su dolencia de cataratas. En 1987 se crea en Vélez-Málaga la Fundación que lleva su nombre.
Fallece el 5 de febrero de 1991, a punto de cumplir los 87 años de edad, dando por finalizada una larga e intensa existencia dedicada a la filosofía y el humanismo.
Pensamiento filosófico de María Zambrano:
La influencia orteguiana en María Zambrano es notable y evidente, pues fue una discípula suya aventajada. Concebía a la filosofía como un acontecimiento y no sólo como el instrumento para encontrar solución a los problemas a resolver. Por ello, aseguraba que los problemas filosóficos no eran sólo problemas técnicos, sino misterios o símbolos a descifrar. Y esos misterios a desvelar por la filosofía deben siempre estar relacionados directamente con las cuestiones de la trascendencia, y la relación entre lo divino y lo humano, pero sabiendo de antemano que estos intentos filosóficos de descifrarlos nunca podrán ser resueltos por la propia esencia trascendente que encierran.
La originalidad del pensamiento de Zambrano, radica en que considera a la filosofía como una tarea de construcción e interpretación de símbolos. Por ello, incide en la importancia del análisis de lo que llama “razón poética”, que aparece claramente reflejado en la obra Claros del Bosque (1977) y en el tono eminentemente literario de muchas de sus obras que se alejan del análisis tradicional y técnico usual en la investigación filosófica.
Examinó lo divino, pero no como tema filosófico, sino metafísico y, por supuesto, religioso. Por ello afirma que lo divino es un temor que asalta al hombre pero también lo sustenta.
Esta autora hacía un especial énfasis en lo que llamaba “saber del alma” que se une íntimamente en su reflexión sobre la esperanza y la innegable influencia de lo divino sobre la vida humana. Especialmente, se pueden encontrar estas reflexiones en obras como
Hacia un saber sobre el alma (1950) que marca su alejamiento del pensamiento orteguiano y El hombre y lo divino (1955).
Trabajó intensamente en el tema de la filosofía y la poesía (o mejor, de la vida filosófica y la vida poética), mostrando en qué se diferencian y en qué se complementan; así como en la relación existente entre la filosofía y el cristianismo, y destacando a la razón, en su papel de razón mediadora, cuya evidencia se encuentra, a su juicio, en los estoicos.
Otras obras importantes suyas son Horizonte de liberalismo (1930), Filosofía y Poesía (1939), Pensamiento y Poesía en la vida española (1939), La agonía de Europa (1945), El sueño creador (1965) y De la aurora (1986). En 1993 se publico una antología de sus obras.
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Véase: José Luís L. Aranguren, Los sueños de María Zambrano, Revista de Occidente, 2º época, nº 34 (febrero, 1966), 207-212 - J.F. Ortega Muñoz, M. Z. o la metafísica recuperada, 1982.- F. Savater, J. Moreno, A. Amorós, et al., El pensamiento de María Zambrano, 1983.- José Luís Abellán, “M.Z.: La razón poética en marcha”, en Filosofía española en América (1936-1966), 207, 212
por Ana Alejandre
María Zambrano, filósofa española y humanista, nacida el 22 de abril de 1904, en Vélez-Málaga (Málaga), era hija de dos maestros de la escuela secundaria de dicha localidad malagueña, además de convencidos socialistas, ideología de la que eran entusiastas apologetas.
Fue en 1908 cuando toda la familia se traslada a Madrid, en cuya ciudad María comienza los estudios primarios, aunque la estancia en esta ciudad duró poco ya que en 1909 se trasladaron a Segovia, porque su padre había ganado en oposición una cátedra en la Escuela Normal de Magisterio. En dicha localidad, fue también presidente de la Agrupación Socialista Obrera y conoció y trató de forma asidua al insigne poeta Antonio Machado con el que mantuvo una estrecha amistad, colaborando con éste en la fundación de la Universidad Popular.
En la época de sus estudios de bachillerato, cosa inusual en aquellos años en las mujeres, vivió un doloroso romance, que su padre prohibió por incestuoso, con su primo, Miguel Pizarro, junto al que va conociendo la literatura, especialmente de la generación del 98, a través de intensas y apasionadas lecturas. Este amor fallido, al que ella misma califica como el más grande de su vida, le dejó una profunda y dolorosa huella que la acompañó a lo largo de su existencia...
María Zambrano se traslada a Madrid, en 1921, para estudiar filosofía, por libre, en la Universidad Central. Esta época le marca profundamente en su trayectoria intelectual porque, además de ser discípula de Ortega y Gasset, empieza a tratar a personalidades de la talla de León Felipe, a quien conoce en Segovia, a García Lorca, Rosa Chacel y un largo etcétera de intelectuales de la época, ya que empezó a formar parte de la tertulia de la Revista de Occidente
Comenzó en estos años su participación en la Federación Universitaria Española (FUE) y comenzó a ejercer como profesora de alumnos de bachillerato en el Instituto Escuela, además de participar activamente en actos de propaganda de la Liga de Educación Social. Sin embargo, a raíz de haberle sido diagnosticada tuberculosis, en 1928, y tener que guardar reposo absoluto por dicho motivo, se aleja de la vida activa por un tiempo, hasta que vuelve una vez le dan el alta médica a la actividad y a la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera.
Su primera obra publicada, Horizontes del liberalismo, en 1930, consiguió excelentes críticas. Una vez instaurada la República, sigue con su ferviente actividad en apoyo de la misma y del Frente Popular, y es nombrada profesora auxiliar de Metafísica en la Universidad Central de Madrid.
En esos años comenzó a participar en la tertulia Pombo, cuyo personaje central era Ramón Gómez de la Serna y colaboró con la publicación Hora Literaria, que después se pasaría a llamar Hora de España.
El año 1934 publica su obra Hacia un saber del alma, que marca la separación del pensamiento de Ortega, su maestro y referente intelectual en su formación filosófica.
El 18 de julio de 1936, cuando comienza la guerra civil española, se une al grupo de intelectuales que firman el Manifiesto que crea la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDF) en el que figuraban nombres como Rosa Chacel, Luís Cernuda, Manuel Altolaguirre y otros muchos, pero a pesar de ello tuvo que soportar críticas de los aliancistas que la acusaban de ser fascista por haber colaborado en el FE. Contrajo matrimonio, en septiembre de ese mismo año, con Alfonso Rodríguez Aldave, quien fue nombrado Secretario de la Embajada Española en Chile y, por dicho motivo, el matrimonio se trasladó a la capital chilena, en la que María Zambrano mantuvo su postura de apoyo firme a la República española.
En 1937, regresaron a España donde su marido marchó al frente, mientras ella se instalaba en Valencia y en dicha ciudad fue nombrada jefa de redacción de Hora de España. En julio de ese mismo año participó en el II Congreso de Españoles para la Defensa de la República, en el que conoció a Octavio Paz, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén y César Vallejo y Simone Well y Emilio Prados, entre otros.
Poco tiempo después se traslada a vivir a Barcelona, ciudad en la que fallece su padre, el 25 de octubre de 1937, Blas Zambrano, a quien Machado le dedicó un hermoso artículo de su Mairena póstumo.
En enero de 1938, partió junto a su madre y hermana hacia el exilio, en cuyo viaje encontró a Machado. Poco después, se reunió con su marido y se marcharon a Méjico, país en el que pronuncio tres conferencias en la Casa de España de Méjico capital que cautivaron a los asistentes y de las que se hizo eco Octavio Paz, además de impartir clases de Historia de la Filosofía en la Universidad Michocoana y publicó sus obras Nietzsche o la soledad enamorada, y San Juan de la Cruz (de la noche oscura a la más clara mística) y puso el punto y final al libroFilosofía y Poesía.
En 1940 visita cuba, invitada por José Lezama Lima, y en dicho país impartió clases en la Universidad de La Habana y en el Instituto de Altos Estudios e Investigaciones Científicas. En esta época, publicó La destrucción de las formas, en 1944, obra que antecede a modo de preludio a su teoría de la razón poética, concepto éste que sirve de fundamento a toda la obra de Zambrano.
Poco después, en 1943, se traslada a vivir a Puerto Rico y allí imparte clases de filosofía en la Universidad de Río Piedras hasta 1945.
Después de un rápido regreso a Cuba, en 1947, parte inmediatamente hacia Nueva York y, desde allí, inmediatamente a Francia, país en el que acaba de fallecer su madre y allí encuentra a su hermana con graves problemas de salud, a consecuencia de la presión que había sufrido por parte de la Gestapo. Se instala en París y empieza a tomar contacto y relacionarse asiduamente con gran parte de los intelectuales franceses.
Al año siguiente, en 1947, viaja a Cuba y se separa de su marido, para establecerse posteriormente junto a su hermana en la ciudad de México.
En la década de los cincuenta, viaja de nuevo a Cuba y permanece allí durante algunos años, en los que subsiste gracias a su labor de conferenciante, impartiendo cursos, seminarios y dando clases particulares.
Se traslada junto a su hermana a Roma, en 1953. La situación política, económica y social, además de los problemas éticos y cuestiones históricas, de aquellos años, recién terminada la II Guerra Mundial, fueron motivo de análisis y reflexión de esta pensadora, pero entremezclados con su pensamiento que, cada vez más, iba adquiriendo un tono de elevada espiritualidad y misticismo; porque la filosofía para Zambrano era un acontecimiento, más que un problema lógico a desentrañar, y lo importante era que la filosofía pudiera explicar los grandes misterios de la vida humana y los enigmas de la trascendencia, el significado oculto de la propia existencia y la relación de lo humano con lo divino.
Abandonan Roma, y se instalan en los Alpes francos-suizos, en una cabaña de las montañas del Jura. Por entonces, ya era un nombre conocido dentro de los ámbitos intelectuales españoles, por haber sido nombrada por personalidades como José Luís Aranguren que había publicado un artículo en la Revista de Occidente titulado Los sueños de María Zambrano.
En 1971 fallece su hermana y, posteriormente, en 1973 se traslada a Roma. Publica dos obras con títulos como La máscara de Agamenón y El vaso de Atenas, como recuerdo de su viaje a Grecia y en las que pone de manifiesto sus conocimientos de la cultura griega.
Fue a partir de 1977 cuando comenzó a sufrir graves problemas de visión que le impedían leer y escribir normalmente. Se trasladó a Ginebra, en 1980 y obtuvo primer reconocimiento oficial de España al ser reconocida como hija predilecta del Principado de Asturias. En 1981 le fue otorgado el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, y el Ayuntamiento de Vélez-Málaga la nombró también hija predilecta, consiguiendo así el reconocimiento en su patria chica. Es entonces cuando sale publicada la obra Zambrano o la metafísica recuperada, publicada por la Universidad de Málaga y en la que intervinieron nombres de la talla de Valente, Aranguren y Gimferrer, entre otros. En esta misma Universidad la nombra Doctora Honoris Causa.
En 1984 se produce su regreso definitivo a España, después de ser operada en Ginebra de su dolencia de cataratas. En 1987 se crea en Vélez-Málaga la Fundación que lleva su nombre.
Fallece el 5 de febrero de 1991, a punto de cumplir los 87 años de edad, dando por finalizada una larga e intensa existencia dedicada a la filosofía y el humanismo.
Pensamiento filosófico de María Zambrano:
La influencia orteguiana en María Zambrano es notable y evidente, pues fue una discípula suya aventajada. Concebía a la filosofía como un acontecimiento y no sólo como el instrumento para encontrar solución a los problemas a resolver. Por ello, aseguraba que los problemas filosóficos no eran sólo problemas técnicos, sino misterios o símbolos a descifrar. Y esos misterios a desvelar por la filosofía deben siempre estar relacionados directamente con las cuestiones de la trascendencia, y la relación entre lo divino y lo humano, pero sabiendo de antemano que estos intentos filosóficos de descifrarlos nunca podrán ser resueltos por la propia esencia trascendente que encierran.
La originalidad del pensamiento de Zambrano, radica en que considera a la filosofía como una tarea de construcción e interpretación de símbolos. Por ello, incide en la importancia del análisis de lo que llama “razón poética”, que aparece claramente reflejado en la obra Claros del Bosque (1977) y en el tono eminentemente literario de muchas de sus obras que se alejan del análisis tradicional y técnico usual en la investigación filosófica.
Examinó lo divino, pero no como tema filosófico, sino metafísico y, por supuesto, religioso. Por ello afirma que lo divino es un temor que asalta al hombre pero también lo sustenta.
Esta autora hacía un especial énfasis en lo que llamaba “saber del alma” que se une íntimamente en su reflexión sobre la esperanza y la innegable influencia de lo divino sobre la vida humana. Especialmente, se pueden encontrar estas reflexiones en obras como
Hacia un saber sobre el alma (1950) que marca su alejamiento del pensamiento orteguiano y El hombre y lo divino (1955).
Trabajó intensamente en el tema de la filosofía y la poesía (o mejor, de la vida filosófica y la vida poética), mostrando en qué se diferencian y en qué se complementan; así como en la relación existente entre la filosofía y el cristianismo, y destacando a la razón, en su papel de razón mediadora, cuya evidencia se encuentra, a su juicio, en los estoicos.
Otras obras importantes suyas son Horizonte de liberalismo (1930), Filosofía y Poesía (1939), Pensamiento y Poesía en la vida española (1939), La agonía de Europa (1945), El sueño creador (1965) y De la aurora (1986). En 1993 se publico una antología de sus obras.
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Véase: José Luís L. Aranguren, Los sueños de María Zambrano, Revista de Occidente, 2º época, nº 34 (febrero, 1966), 207-212 - J.F. Ortega Muñoz, M. Z. o la metafísica recuperada, 1982.- F. Savater, J. Moreno, A. Amorós, et al., El pensamiento de María Zambrano, 1983.- José Luís Abellán, “M.Z.: La razón poética en marcha”, en Filosofía española en América (1936-1966), 207, 212
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