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Mostrando entradas de marzo, 2016

ESTHER TUSQUETS

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BIOGRAFÍA Esther Tusquets, escritora y editora Esther Tusquets, escritora y editora, nació en Barcelona el 30 de Agosto de 1936. Cursó estudios en el Colegio Alemán. Posteriormente, estudia Filosofía y Letras, especialidad Historia, en las Universidades de Barcelona y Madrid, Su inicio laboral fue como profesora de literatura e historia durante varios años en una academia. Más tarde, al inicio de los sesenta, continúa con la labor de su padre como Directora de la editorial Lumen, cargo que ocupó durante veinticinco años, hasta  poco antes de su muerte, ejerciendo una gran influencia en el campo literario en los últimos años. Comenzó a escribir tardíamente, pues comenzó a publicar  en 1978 no aparece su primera novela " El mismo mar de todos los veranos ", con la que inicia una trilogía que continúa con " El amor es un juego solitario " (1979) ganadora del Premio Ciudad de Barcelona; trilogía que finaliza con " Varada tras el último naufragio&qu

Bibliografía de Esther Tusquets

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BIBLIOGRAFÍA                                                                                              Esther Tusquets Novela: El mismo mar de todos los veranos (1978) Juego o el hombre que pintaba mariposas (1979) La conejita Marcela (1979) El amor es un juego solitario (1979) Varada tras el último naufragio (1980) Recuerdo de Safo (1982) Para no volver (1985) Libro de Moisés : Biblia I, Pentateuco (1987) Después de Moisés (1989) La reina de los gatos (1993) ¡Bingo! (2007) Autobiografía: Confesiones de una editora poco mentirosa (2005) Habíamos ganado la guerra (2007) Confesiones de una vieja dama indigna (2009) Tiempos que fueron (2012), junto con Oscar Tusquets Cuento: Las sutiles leyes de la simetría (1982) Siete miradas en un mismo paisaje (1981) Olivia (1986) Relatos eróticos (1990) Carta a la madre (1996) La niña lunática y otros cuentos (1996) Con la miel en los labios (1997) Carta a la madre y cuentos completos (2

"Nosotras siempre somos más". Artículo de Esther Tusquets

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( El País, 1/11/ 2009) Esther Tusquets Esther Tusquets Desde siempre he sabido que las mujeres tenemos una vida más larga que los hombres. Lo oí desde niña, y también me explicaron que esto se debía a que las mujeres, dado que no trabajábamos (o, por lo menos, no trabajábamos fuera de casa, en profesiones estresantes y de responsabilidad), consumíamos menos energía y nuestro organismo sufría un desgaste mucho menor. Siempre lo di por bueno. En efecto, si una máquina se utiliza poco, tiene por lo general más duración que si está a tope muchas horas. Vivíamos más porque no dábamos golpe, y lo malo era que, al integrarnos cada vez más en el mundo del trabajo, íbamos a perder una de las pocas ventajas de las que disfrutábamos, íbamos a morir más jóvenes y nuestra longevidad se equipararía a la de los varones. Han transcurrido muchos años y las cosas no han ido por este camino. Cada vez son más las mujeres que trabajan -incluso en profesiones tan intensas y absorbentes

Demasiadas cosas prohibidas

15/5/ 2007 Esther Tusquets Comprendo que vivimos en sociedad, la mayoría de nosotros en grandes grupos, cada vez más hacinada la población en las ciudades. Y comprendo que, para que la convivencia sea posible, son precisas un montón de normas y de leyes, un montón de restricciones y de prohibiciones. Lamento, sin embargo, que, en lugar de aplicarlas con cierta flexibilidad, con un mínimo sentido común, ateniéndose a las circunstancias de cada caso, los agentes de la ley las apliquen con frecuencia a rajatabla, lo cual, qué duda cabe, hace más sencillo su trabajo. Y me llena de asombro que mucha de la gente que me rodea, lejos de aceptar estas prohibiciones como un mal menor, las acoja con entusiasmo intransigente, encantada de tener oportunidad de echarte una reprimenda o de denunciarte. Todo esto puede ser muy cívico y tal vez con el tiempo lleguemos a ser un país tan ordenado como Suiza, pero ¿no crea una atmósfera un poco asfixiante? ¿No resulta muy dura, al menos para los

Epílogo triste

 (El País  28/10/ 2008) Esther Tusquets A lo largo de varios meses las dos mujeres han entrevistado al hombre importante en su despacho de la Diagonal. Sentados los tres en unos amplios sofás de cuero muy claro, muy confortables, con una  coca-cola  o un agua mineral o una infusión ante ellos -abstemios todos, al menos a estas primeras horas de la tarde-, pendiente la primera mujer -a la que podríamos llamar la Historiadora, que sabe un montón de cosas y quiere averiguar más- de que funcione correctamente la grabadora, mientras va tejiendo preguntas y respuestas en un tapiz impecable, implacable a veces, y admirada la segunda mujer -a la que podríamos llamar la Escriba, que se siente a menudo un poco inútil por no intervenir apenas en la conversación- de la pericia de su compañera, y de la espontaneidad sin tapujos con que el hombre le responde. Sintiéndose un poco inútil, pues, pero tan cómoda y relajada que a punto está de quitarse los zapatos, cosa que ni se le pasaría por l